martes, 23 de noviembre de 2010

Entrevista a María Dueñas

Entrevistas con El alma impresa:
María Dueñas
(publicada originalmente en la revista Prosofagia)
Por Sergio G. Ros

Hace ya algunos meses acudí a la librería Escarabajal de Cartagena para conocer en persona a María Dueñas, la autora de El tiempo entre costuras, la novela revelación del año.
Ana Escarabajal, la dueña de la librería, tuvo la cortesía de presentarme como coordinador de la tertulia que, mensualmente, celebrábamos allí. En todo momento María se mostró muy amable, aunque nos fue imposible mantener una charla continuada debido al incesante goteo de lectores que se acercaban a su mesa, conversaban con ella y le contaban lo mucho que les había gustado la obra. Observándola me pregunté qué es lo que estaría sintiendo en esos momentos: hacía apenas unos meses, aquella mujer nacida en Ciudad Real, doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia, era una desconocida para el gran público, y ahora estaba firmando la decimoquinta edición* de su primera novela.
De nuestro encuentro rescato la impresión de haber conocido a una mujer accesible, culta, de maneras delicadas y con la que congenié porque a ambos nos gusta mucho la novela Desgracia, de Coetzee. Aproveché esa mano tendida para hablarle de la revista Prosofagia, una revista literaria que había nacido en la virtualidad, y que contaba con muchos escritores noveles y no tan noveles entre sus filas, hispanohablantes de todo el mundo. Eso creo que le gustó, pues la editorial Temas de Hoy le había comunicado que probablemente en otoño iniciaría una gira para presentar la novela en Sudamérica.
Y así fue básicamente como nació esta entrevista.

*N del A.: A fecha de hoy ya lleva 23 ediciones, ronda los quinientos mil ejemplares vendidos y ya se ha anunciado una futura adaptación televisiva.
María Dueñas y yo en la librería Escarabajal

—María, como te comenté, entre los lectores de Prosofagia hay muchos escritores, y entre ellos muchos noveles. No es ningún secreto que el panorama literario actual, ensombrecido por la crisis, no deja muchos huecos para ellos, ¿qué puedes decirles de tu experiencia?, ¿fue fácil para ti conseguir agente literario y después editorial? ¿Hay esperanza para los que intentamos (y me incluyo) publicar?
—Yo creo que hay muchísima esperanza, y mi caso es un ejemplo de ello. Comencé a escribir sin conocer a nadie en el mundo editorial, y cuando digo a nadie me refiero a cero personas del sector: ni escritores, ni editores, ni periodistas culturales, ni críticos… Por esta razón, lo primero que decidí fue buscar una agencia literaria que me representara. Tuve suerte y me aceptó Antonia Kerrigan. Y ahí arrancó todo…

—Personalmente, admiro mucho a Murakami Haruki, el exitoso novelista japonés que, un buen día, superados los treinta años, mientras veía un partido de béisbol, decidió ser escritor. ¿Crees que existe una edad determinada para empezar a escribir?
—En mi caso particular, desde luego, ha sido así: algo parecido a Murakami, salvando las distancias. En un momento concreto de mi vida, recién entrada en la década de los cuarenta, me topé durante un viaje con unos escenarios históricos entrañables y me pregunté cómo podía ser que nadie hubiera escrito sobre ellos. Y entonces, repentinamente, decidí hacerlo yo. Y me resultó muy sencillo, porque fui capaz de emprender mi camino con la lucidez que dan los años, las capacidades que la vida te hace desarrollar, y el sosiego suficiente como para abordar la aventura sin prisas ni ansiedades, disfrutando cada momento pero aplicando a la vez mi bagaje personal y la disciplina, el rigor y el ojo crítico que me han aportado la edad. ¿Habéis leído una columna de Arturo Pérez-Reverte en El Semanal destinada a jóvenes escritores y publicada hace apenas unas semanas? Pues habla de todo esto, y suscribo una a una sus palabras.

—Voy a hacerte una pregunta muy original: ¿Por qué escribes?
—Escribo porque la vida es muy ancha y no quiero limitarme a seguir una única senda estrecha y lineal hasta el final de mis días. Escribir me ayuda a expandirme, a enriquecerme; me entretiene, me ilusiona, me absorbe, me hace disfrutar…

—¿Qué te ha aportado tu experiencia vital en la soledad frente al teclado?, ¿cuánto de María Dueñas profesora, ama de casa, madre, antigua estudiante… pulula entre sus personajes?
—Soy una persona muy independiente que disfruta enormemente de la soledad, quizá porque mis actividades cotidianas están irremediablemente llenas de ruido y gente. Las largas —larguísimas— horas frente al teclado me han aportado ilusión, sosiego, satisfacción… A simple vista, ninguno de mis personajes tiene nada que ver conmigo, pero supongo que todos ellos guardan en el fondo algo de mí: de mi visión del mundo, mis principios, mis valores, mis querencias, mis afectos, mis preocupaciones…

—A estas alturas estoy seguro de que muchos lectores ya saben que parte de tu maravillosa recreación del Protectorado Español en Marruecos fue posible no solo gracias a una profusa labor de documentación, sino de las vivencias de tu propia familia. ¿Nace El tiempo entre costuras de un anhelo hacia una época especial, un lugar especial?
—El Protectorado de España en Marruecos terminó en 1956, hace poco más de cincuenta años y, contrariamente a lo lógico, su existencia parece haberse volatilizado en la memoria colectiva de los españoles, quizá por nuestros absurdos complejos respecto a lo correcto y lo incorrecto en la recuperación de nuestra historia más reciente. En cualquier caso, ahí estaba aquel viejo y entrañable Marruecos español, esperando que alguien se acordara de él. Y ahí estaba yo, cargada de información privilegiada aportada por quienes vivieron aquel mundo en primera persona. Unir una cosa y otra fue el arranque de la novela.

—¿No tienes la sensación de que esos lugares, como ocurre en la inolvidable Casablanca, actuaron como oasis en medio de la barbarie mundial, paradojas geográficas donde era posible que enemigos acérrimos compartieran un coñac y un puro?
—Aquel Marruecos ofrecía opciones vitales para todos: para quienes honradamente querían ganarse la vida, y para quienes por cualquier razón deseaban esconderse, reinventarse o empezar una nueva andadura sin mirar atrás. Eso convirtió aquel entorno en un tablero apasionante en el que se cruzaban todo tipo de individuos y circunstancias. De todas maneras, no todo fue distancia y sosiego frente a la barbarie: el inicio de la Guerra Civil española, por ejemplo, tuvo consecuencias muy desgraciadas para algunos de los que habitaban aquel mundo.

—De los personajes históricos destacan sobre todo Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder (que por cierto, nació en Cartagena). ¿Por qué ellos?, ¿te sirvieron de inspiración, es decir fueron pieza clave en el planteamiento de la trama?
—Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder fueron los detonantes de toda la trama, porque el hilo narrativo de la novela sigue su aventura vital a través de los años que estuvieron juntos. En algún momento inicial me planteé hacer de ellos los protagonistas de la novela, pero después preferí adoptar una posición más distanciada, y entonces creé a Sira Quiroga para que nos contara qué fue de ellos. Lo que pasó después fue que Sira comenzó a crecer y se hizo con el protagonismo absoluto de la novela.

—En toda la novela, y si me lo permites, incluso en el sello de algunos personajes (como la propia Sira), me pareció percibir una influencia de la cultura inglesa más allá de las tendencias o simpatías hacia uno de los bandos armados, algo muy sutil, que se percibe en la forma de transmitir las emociones. ¿Reconoces esa influencia en tus personajes?, ¿fue algo premeditado?, ¿crees que influye también en tu estilo literario?
—Por mi formación, profesión y afinidad personal, estoy muy vinculada al mundo anglosajón en todas sus vertientes: lengua, cultura, historia; incluso modo de vida en algunos aspectos. Me siento muy cómoda leyendo y escribiendo en inglés y funcionando entre sus gentes y sus instituciones. Todo eso creo que permea en mi escritura de una forma natural, sutil pero evidente. No lo hago a propósito; a menudo incluso es algo inconsciente que denoto mucho después, pero tampoco me esfuerzo por neutralizar ese componente tan integral en mi vida.

—Otra pregunta original: ¿Cuáles son tus escritores y libros preferidos?
—Muchos, muchos… Soy poco mitómana y, a pesar de tener una formación académica, soy muy ecléctica en mis gustos. Mezclo de todo: novela con-temporánea con clásicos, best sellers con premios Nobel, españoles con extranjeros…

—¿Qué rol tuvo la escuela en tu interés por la literatura? Como profesora de universidad que eres, ¿crees que hoy por hoy la educación formal encara de otra forma (peor o mejor) el despertar o sostener el interés por leer y escribir? ¿Encuentras diferencias notables con la enseñanza al otro lado del Charco, en Estados Unidos, donde has sido docente?
—Las clases de Literatura pueden suponer una maravillosa puerta de acceso a la lectura, o pueden hacer odiar los libros para siempre: todo depende de la metodología y el profesorado. En mis tiempos, nos limitábamos a memorizar la vida y milagros del autor y su época, a estudiar el argumento de sus obras, y a tragarnos cuatro datos más sin adentrarnos en la lectura crítica de los textos, sin reflexionar ni conversar sobre ellos, sin opción a debatir sobre nuestras impresiones y emociones durante la lectura… Mucho me temo que en la mayoría de los casos, lamentablemente, la tendencia sigue siendo la misma treinta años después. Y en cuanto a la escritura, bueno, me habéis tocado la fibra sensible con esta pregunta. Creo que la enseñanza de la escritura es una de grandes asignaturas pendientes del sistema educativo español —junto con la enseñanza de idiomas—. Se enseña a los alumnos a analizar oraciones sintácticamente con un alto grado de complejidad y sofisticación, pero nadie se preocupa de que desarrollen capacidades para argumentar ideas, para rebatir opiniones, para sostener puntos de vista, para criticar flexivamente lo que leen u oyen, para cohesionar su pensamiento… Nadie les habla de que los textos deben tener coherencia interna, nadie les enseña a hilar segmentos, a estructurar el discurso, a trabajar con distintos registros… No escriben, no practican, no se les orienta, no se les aporta una corrección constructiva. Y eso es lamentable. En Estados Unidos, con sus glorias y miserias en materia educativa, todo es mucho más aplicado, menos mecánico y memorístico, más práctico y volcado en la realidad de los estudiantes y del mundo. A mi modo de ver, sería muy positivo trasladar a nuestra práctica pedagógica muchas de esas opciones.

—Tu novela ha pugnado en los escaparates de las librerías con las novedades de veteranos y consagrados escritores, y, sobre todo, con tendencias literarias muy marcadas (género negro-nórdico). ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito El tiempo entre costuras si es tan complicada de clasificar?
—Pues quizá por eso precisamente, porque lejos de encasillarse en un género único, aporta un abanico de componentes que resultan atractivos para todo tipo de lectores: nos retrotrae a tiempos pasados que sin embargo nos son cercanos, nos hace viajar a escenarios evocadores, nos hace sentir pasiones humanas que a todos nos tocan de cerca: superación, amor, lealtad, traición, incertidumbre, amistad…

—¿Nos puedes adelantar algo de tu próximo proyecto?
—Mezclará tiempos y geografías, y volverá a integrar las pulsiones que a todos nos atañen: amor, dolor, inquietudes, desengaños, reconstrucción… Tendrá también algo de recuperación de memoria colectiva y de nostalgia por el tiempo que se fue y, paralelamente, integrará cuestiones contemporáneas, vida de todos los días. Y sorpresas, y algo de humor, y acción, y un poquito de intriga. Y muchos, muchos afectos.

—Muchas gracias, María. Ha sido una verdadera delicia charlar contigo.
—Gracias a vosotros, y mucha suerte en la escritura y en la vida.


María Dueñas Vinuesa (Puertollano, Ciudad Real, 1964)

Es doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia. Ha impartido docencia en universidades norteamericanas, es autora de trabajos académicos y ha participado en diversos proyectos educativos, culturales y editoriales. Su familia materna vivió en Tetuán durante la etapa del Protectorado Español en Marruecos y, a partir de los recuerdos y evocaciones de aquella época, nació la trama de
El tiempo entre costuras.

http://eltiempoentrecosturas.blogspot.com/

15 comentarios:

Maribel Romero dijo...

Chapeau. Me ha encantado la entrevista, y agradezco el optimismo de María cuando dice que "hay muchísima esperanza para publicar". El día a día dice lo contrario, pero claro, no todos escribimos "El tiempo entre costuras".
Un abrazo.

Zanbar dijo...

Con lo bien que te relacionas, Sergio, deberías estar publicando pero ya!

Anónimo dijo...

Bonita entrevista.

José Antº Castro

Lola Mariné dijo...

Me ha encantado la entrevista, Sergio, tus preguntas han sido muy interesantes y las respuestas no desmerecen.
Saludos

Mián Ros dijo...

Oye, leyendo las declaraciones de María uno se acoge a ésa esperanza; aunque sabemos que no es fácil.
Ha sido un rato muy ameno, Sergio. Gracias.

Felicidades a los dos, y sobre todo a esa gran novela El tiempo entre costuras.
Un abrazo a ambos.
Mián Ros

oriafontan dijo...

Voy a comentar una anécdota sobre este libro por si significa algo.

A mi pareja actual su padre le regaló un libro precisamente este cuano no suele y menos regalar, ninguno.

Ella me dijo "que le parecía un rollo" y que prefería leer a Stefan Zweig. Lo acabó leyendo su padre sin que le gustara demasiado.

Le pregunté porque lo había comprado y me dijo que porque había una pila enorme en el Corte Inglés y que debía ser bueno.

Es tal cual lo he contado la anécdota e imagino que no significará nada. El éxito y el fracaso son conceptos tan relativos que sólo el tiempo puede ajustarlos.

Hoy podemos decir que Stefan Zweig es o era un escritor de enorme éxito cuando vivió y aún hoy en día (sus novelas se venden como resoquillas con toda la razón). Eso es éxito, lo demás esta por ver. Y el fracaso igual basta pensar en Van Gogh.

Tessa dijo...

Hola Sergio:
He leido el libro de Maria y lo he encontrado muy interesante, que envidia sana no poder salir en la foto.
Felicidades a ambos por la entrevista.

Besitos de caramelo.
Tessa

Sergio G.Ros dijo...

Gracias, Maribel. La verdad, resulta increíble la facilidad con la que María consiguió ser captada por una agencia, evidentemente, con buen tino visto el resultado. Ahora bien, lo que me hace pensar o reflexionar es, sobre todo, que, debe haber algún momento en la vida, donde todo confluye para que todo salga de esa manera. Ojalá el tuyo esté ahí mismo, amiba. Besos.

Sergio G.Ros dijo...

Ja,ja.. Zanbar, ¡qué va! La verdad no me relaciono tan bien, el caso de María fue algo excepcional, amigo-;) Un abrazo!

Gracias, José Antonio, me alegro que te gustara.

Sergio G.Ros dijo...

Gracias, Lola, la verdad es que fue muy entretenido hablar con María Dueñas, y ella muy accesible en todo momento.

Sí, es cierto, MiánRos, no parece tan imposible, ¿verdad? Ojalá pronto toque, ;)

Sergio G.Ros dijo...

Humm...una disertación la tuya la mar de interesante, Oriafontan. Comparto contigo que el tiempo pone cada cosa en su sitio; es muy complicado valorar algo en su justa medida en el presente. Lo cierto que la definición de "éxito" es muy relativa, y, hoy en día, se liga al éxito económico. No recuerdo qué autor dijo que, cuando uno escribe, y, sobre todo, cuando uno quiere escribir "de verdad", tiene que trazarse "los más altos objetivos", porque si de planteamiento quiere hacer algo "entrenido" o mediocre, nunca, jamás, alcanzará la maestría.
Bueno, es complicado...je,je.. un abrazo y gracias por tu comentario-.

Sergio G.Ros dijo...

Je,je.. `pues Tessa, estoy seguro de que si María pasa por tu zona a firmar libros te podrás hacer una foto con ella, ;) Un beso y gracias por comentar.

Armando Rodera dijo...

Había leído ya tu entrevista con María Dueñas a través de los enlaces de tu facebook, Sergio, y por si no te lo había dicho en su momento, me ha encantado.

Unas preguntas acertadísimas, como siempre, y muy interesantes las respuestas de la escritora, que parece una persona muy accesible.

Felicidades a los dos. Un abrazo.

Arlette dijo...

Fantástica entrevista y María se ha mostrado cercana y comunicativa.
Admiro tu facilidad de conectar con los autores.
Gracias por este momento tan agradable e instructivo.

Anónimo dijo...

Gracias por la entrevista, Sergio.

Algunas preguntas para María Dueñas:
¿Solamente la escritura y los idiomas son asignaturas pendientes en el sistema educativo español?
¿No escriben, no practican, no se les orienta, etc...?

En fin, es posible que se les transmitan otros valores tanto o más importantes que esos. En cualquier caso, si María está tan concienciada respecto a la situación en nuestro país, ¿por qué no apuesta seriamente por la educación, no tanto en la universidad, sino en niveles más elementales, en los que la acción temprana (supongo estará de acuerdo) tiene un valor primordial?

Un saludo