Al igual que muchos de vosotros he leído el artículo de Arturo Pérez Reverte publicado en el XL Semanal, titulado Carta a un joven escritor (I), En líneas generales me gustó mucho, no obstante hay algunos puntos en los que no estoy de acuerdo. Para explicarlos voy a remitirme al artículo anterior. De hecho, la Carta a un joven escritor empieza así: "Pues sí, joven colega. Chico o chica. Pensaba en ti mientras tecleaba el artículo de la semana pasada."
El artículo al que se refiere es: CARTAS DE DOBLE FILO.
Y he aquí mi respuesta al mismo:
Carta de un escritor novel a Pérez Reverte:
Estimado coterráneo, soy un escritor novel y aunque sé que no leerá esta carta por falta de tiempo y porque seguramente ni siquiera conocerá este humilde sitio del ciberespacio, me permito el lujo de responderle con la misma esperanza con la que un náufrago tiraría un mensaje en una botella al mar embravecido que rodea su isla desierta.
Vaya por delante que soy admirador suyo, que he leído muchos de sus libros, y que sigo con razonable asiduidad los artículos de Patente de Corso en el XL Semanal. Y no, no se preocupe, que esta carta no terminará como el Rosario de la Aurora, y que, tras ella, volveré a leer sus libros cuando me apetezca porque me gustan sus personajes, me gusta esa melancolía que destilan y esa visión del mundo donde todo está perdido y solo resta vivir tirando para adelante como mejor se pueda. Dicho esto, quisiera comentarle que no creo que usted se encuentre en una atalaya de soberbia, ni que deba convertirse en el salvador de los escritores noveles, y que, por supuesto, sería material y humanamente imposible que pudiera leer todo lo que le envían y no ha solicitado. También vaya por delante que jamás se me ocurriría mandarle uno de mis manuscritos.
Ahora bien, aunque le he dicho que no creo que se encuentre en una atalaya de soberbia, si me gustaría hacerle ver que, quizá, esté viviendo en otro mundo.
Pienso que los despechos de mis colegas noveles a los que alude tan duramente en la carta, son, sencillamente, un rasgo propio de la inmadurez del artista en ciernes, algo parecido al amante joven que cae en las redes del amor por vez primera y lanza fuego por los ojos. Eso no justifica que le insulten, ni que le deseen la peor de las muertes, claro está, pero, señor Reverte, a estas alturas del partido, con tantas cicatrices a cuestas, tantos escenarios de guerra en la chepa… con tanta vida detrás, no debería ponerse así. Yo mismo recuerdo que, hasta hace bien poco, uno de mis manuscritos, recién alumbrados, eran para mí poco menos que un tesoro… cosa santa, vamos. También recuerdo que tomé un berrinche parecido a los que usted alude en el artículo, cuando, al dedicarle uno de mis manuscritos a una amiga, ésta lo tuvo en su casa durante meses sin leerlo. Aquello me causó un estupor del que tardé en recuperarme.
Ahora, me he dado cuenta de que mis escritos no son tan importantes. En ellos he puesto mucho amor, mucho trabajo, horas en vela, esfuerzo, me he dejado un poco de vida, un poco de salud, un poco de juventud… pero no, no son importantes. Creo que el verdadero artista nace de la humildad, y que alcanzar esa humildad es un proceso difícil.
Pero si le decía que usted vive en otro mundo es, sencillamente, porque me gustaría que recordara aquella primera vez en la que siendo mucho más joven terminó una de sus obras, y se pregunte, con la honestidad que le caracteriza, si de verdad no le ayudó nadie, si de verdad nadie le dio un consejo, una indicación, un poco de aliento… ¿Nadie le tendió la mano?
Quizá la cuestión de fondo de su artículo no resida en que los autores noveles se sientan despechados porque usted no los atiende, quizá la cuestión de fondo sea preguntarse por qué tantos de ellos le piden ayuda. Y, ¿sabe lo que es peor de ser un escritor novel en este país ingrato donde vivimos?
Que la mayoría de los noveles son rechazados sin que nadie los haya leído nunca.
Un abrazo.
Sergio G.Ros.