A raíz de una pequeña conversación con la encantadora Esther, de Prosófagos, blog: (http://www.necesidadyazar.com.ar/), he estado dándole vueltas al tema de las correcciones.
Como sabéis, dejé pasar un mes desde que acabé mi cuarto manuscrito, antes de iniciar la labor de pulido. Me preguntaba Esther si la experiencia de este “descanso” me había parecido productiva, pues, antes, yo era de los que nada más acabar, corregían y mandaban a editoriales y agencias.
Le dije que necesitaba madurarlo, pues no lo tenía muy claro.
Bueno, pues lo he meditado un poco y sigo hecho un lío, así que voy a tratar de desenmarañar la madeja a ver qué encuentro.
Para ello necesito echar mano de dos opiniones o comentarios de otros compañeros de foros y blogs:
1) Espartano (Blas Malo, http://lenegaron27.blogspot.com/), otro genial escritor en ciernes, habitual de Bibliotecas Virtuales, nos expuso a los compañeros del foro su método de trabajo. Os pongo el enlace por si queréis echarle un vistazo porque es de lo más interesante.
http://portal.bibliotecasvirtuales.com/es/foros/mis-contactos-con-las-agencias?page=33
Básicamente, Espartano establece tres pautas: un hilo temporal de la obra, una sinopsis corta de una página, y una sinopsis larga de unas quince o veinte páginas con lo más importante de cada capítulo, sobre la cual se establecen las correcciones antes de pasarla a la obra en sí. Lo que es obvio es que su método funciona, por lo menos a él le funciona, y deja claro su profunda seriedad y profesionalidad a la hora de iniciar una corrección, contando, además, con el asesoramiento de una agencia literaria.
2) naTTs y su excelente blog Palabras, ladrillos, muros y otras historias (http://cutthesewordsandtheywouldbleed.blogspot.com/) habla en sus últimas entradas del proceso creativo, diferenciando los distintos métodos que tienen los escritores a la hora de abordar la narración de una obra. Básicamente (aunque es malo generalizar) hay quienes perfilan a los personajes y definen muy bien la trama o tramas de la obra, subtramas y sucesos más importantes antes de empezar a escribir. Incluso hacen una especie de guión, o sinopsis (Ken Follet). Otro grupo parte de un personaje o personajes y de una situación concreta, sin guión previo, aunque sí puede tener una ligera idea, que puede ser tan simple como una situación o una imagen recurrente. Sería algo así como una labor de arqueología en la que vas desenterrando sin saber exactamente lo que encontrarás. Depende de lo que les de por hacer a los personajes. Y así el escritor puede llevarse una sorpresa: al principio pensabas que ibas encontrarte un carro romano, y luego se trata de una catapulta, por decir algo. A este grupo pertenecería Stephen King (y un servidor, pero lo digo en voz bajita porque ponerme al lado del maestro es mucho poner, claro…je, je).
Os invito a echar un vistazo el blog de naTTs.
Os preguntaréis: ¿Qué relación he establecido entre ambos comentarios de Espartano y naTTs?
Pues mirad, después del mes de descanso, cogí el manuscrito con muchas ganas y empecé la corrección. ¿Las sensaciones? Bueno, pues para mi decepción fueron rancias. Algo así como si se me hubiera dormido el cerebro. Me encontraba entumecido, y me costaba entrar en la historia. Luego fui arrancando motores y terminé a todo trapo, trabajando muchas horas y sin descanso hasta que terminé la corrección “gorda”. Entré con la intención de pasar la guadaña, os lo juro, pero no fue así. Eso sí, como en mi manuscrito tienen mucha importancia los flashbacks decidí cambiar el tiempo verbal de algunos capítulos, pues yo los había escrito en presente. Eso me llevó un montón de trabajo y resultó una labor muy pesada. Corregía, leía y volvía para atrás a volver a leer. Un tostón.
Lo positivo: a pesar del coñazo de corregir los tiempos verbales de un montón de páginas el resultado me gustó mucho. Creo que es un buen manuscrito, y que va ganando fuerza a medida que pasas páginas, algo habitual en mi forma de escribir. Leerme exige un esfuerzo, tienes que subir una colina para contemplar lo bueno que hay detrás. Supongo, claro, ya que hasta ahora casi nadie ha leído mis manuscritos.
Bien, llegados a este punto e hilvanando con el inicio de esta entrada: nada más terminar la corrección gorda, estaba tan cansado que no sabía por dónde tirar. Bueno, tenía claro que era el turno de la sinopsis, pieza que me cuesta mucho conseguir y que es clave para “enganchar “ a editoriales y agencias.
Lo primero que hice fue imprimir el manuscrito en papel, para lo cual os aconsejo que vayáis a una copistería o reprografía y lo llevéis en lápiz de memoria. Es más rápido y sale más barato que hacerlo en vuestra casa, que os lo dice uno que se tiró un día entero para sacar un manuscrito en su pequeña impresora. Además encuaderné el manuscrito y buff…¡vaya subidón! Es una satisfacción difícil de expresar. Me encantó verlo en papel, y creo que no se puede comparar a ver tu manuscrito en digital, ni de coña. Estaba, ¿cómo decirlo?, límpido. Como vestido de fiesta. Hermoso.
Bien, volviendo a lo de la sinopsis. Leí el comentario de Espartano y empecé a realizar resúmenes de los capítulos, pero no llevaba ni tres hechos cuando me di cuenta de que no podía seguir, que aquello era superior a mis fuerzas. ¡¡Seré vago!!, me repetía exasperado. … Entonces me dio por pensar. Creo que la corrección, la sinopsis, la redacción de un hilo temporal, se fusionan de alguna forma con el proceso creativo. Para mí, cuando escribo, me es imposible ser tan metódico, tan frío. Ojo, no es ni de coña una crítica al método de los demás, señalo lo que me ocurre a mí, pues ya he remarcado que el método de Espartano me parece super profesional y seguro que mucha gente del sector lo usa. Pero, ¡chicos y chicas, yo no puedo usarlo! Jolines, me ha faltado darme coscorrones contra la pared, pero nada, ni argumentando las cosas positivas: Sergio que tienes memoria de pez, dentro de un mes no te acordarás de por qué tu personaje fulanito hizo tal o cual cosa, ni podrás explicar qué ocurrió antes de esta otra… ¡Es verdad, todo es verdad! Pero yo no puedo. Es algo que va en contra de mi forma de concebir mis historias. Cuando han sido muy largas he anotado en un papel algún dato para no meter mucho la pata, pero de ahí no he pasado. Para mí sería como diseccionar la historia, abrirla en canal e ir destripándola… y va en contra de mi proceso creativo. No me puedo plantear por qué mi personaje decidió matar a este otro: simplemente lo hizo así en ese momento, mientras yo escribía con total honestidad. Para mí fue creíble en el momento de esa creación y ahora no voy a entrar a replanteármelo.
Os aseguro que si hubiera leído el manuscrito y me hubiera chirriado pues habría cambiado cosas. De hecho lo hice con alguna escena puntual, algunos párrafos y frases. También lo de los tiempos verbales.
Así que Esther, contestando a tu pregunta: creo que el descanso ha sido bueno en la medida que ha enfriado “la pasión” con la que escribí el manuscrito. Adormeció mis sentidos y pienso que eso te da cierta objetividad, ganas perspectiva. Ahora bien, como autor –y esto es a nivel solo personal- tengo serias limitaciones a la hora de pulir. Creo que yo tengo un nivel de saturación, impuesto por mi propio sistema creativo: obviamente creo que es bueno corregir, y corregiré, pero hasta cierto punto. Si la obra, tras una relectura, en líneas generales me gusta, no voy a seguir amasándola como un trozo de pizza, ni distorsionándola en función de si mi estado de ánimo se encuentra triste, melancólico o efusivo. Quizá mi método sea el menos recomendable, el menos purista. Pero para mí, hacer otra cosa, sería quitarle frescura a la historia. Aniquilarla. Porque en ella hay un hilo mágico, invisible, que fluye de alguna manera de forma subconsciente, que no puede ser analizado, ni descuartizado, puede percibirse pero no reproducirse en laboratorio.
Siento ser un pésimo corrector. Solo espero que si algún día me coge alguna agencia o editorial pueda adaptarme a sus exigencias.
Muchas gracias Esther por haberme hecho meditar. También aprovecho para indicar lo mucho que valoramos (me consta que lo hace un montón de gente) tu labor generosa de corrección en Prosófagos.
Chica, tienes cualidades mágicas. ¿Dónde las aprendiste, en Hogwarts?