
El sábado por la mañana mientras conducía, escuché una entrevista muy interesante. El entrevistado era el músico Kiko Veneno, que regresa al panorama musical con su nuevo trabajo “Dice la Gente”, volviendo con una gran discográfica (Warner).
Cuando la presentadora de radio le preguntó por qué había dado el salto a una gran Discográfica después de su conocida relación de amor-odio con las mismas (con sonoras rupturas), Kiko Veneno respondió con una larga parrafada que me resultó bastante familiar y extrapolable al mundo literario.
Explicó que la relación entre las Discográficas y el músico no es una relación de igualdad. El músico, como autor, crea y trabaja en su obra, pero cuando la termina, no tiene medios ni forma de hacerla llegar al Gran Público. Es ahí donde entran las Discográficas que sí tienen los medios. Pero, ojo, la cosa no es tan sencilla porque el músico tiene que esperar sentado a que suene el teléfono, porque son las Discográficas las que eligen y deciden si el producto del músico les interesa. Entonces y solo entonces, ofrecen un contrato que el artista puede o no aceptar. Veneno contó que en alguna ocasión se había sentido maltratado por las Discográficas.
La entrevistadora aprovechó entonces para reflexionar sobre lo frío que sonaba que una empresa que cotizaba en Bolsa (Discográfica) manejara el arte y decidiera lo que era bueno y no para el público, y Kiko Veneno respondió que, desgraciadamente, las cosas estaban así: eran las reglas de este mundo que nos había tocado vivir e hizo otra reflexión que me gustó mucho: comentó que nos han vendido un MUNDO GLOBAL, pero esa misma globalidad es la que está matando al Mundo. No se pueden encontrar soluciones globales para todos, pues muchas veces, los problemas deben ser resueltos a niveles locales.
Lo que me gusta de esa reflexión es precisamente la parte filosófica que encierra y que creo muy acertada: hoy en día la clave para vender es “conectar” con todo tipo de público, y para ello se buscan artistas cuyos trazos puedan encajar en muchos modelos de pensamiento, que pasen de puntillas por problemas, sentimientos y situaciones, y puedan gustar a mucha gente. Pero eso mismo desdibuja la particularidad de cada uno.
Y me quedo con otro apunte, uno que escuché decir una vez a un gran director de cine sobre Almodóvar: que triunfaba en el mundo entero porque era capaz de exportar su propio universo, su propia visión del mundo, de colores y formas, de entender la vida.
Cuando la presentadora de radio le preguntó por qué había dado el salto a una gran Discográfica después de su conocida relación de amor-odio con las mismas (con sonoras rupturas), Kiko Veneno respondió con una larga parrafada que me resultó bastante familiar y extrapolable al mundo literario.
Explicó que la relación entre las Discográficas y el músico no es una relación de igualdad. El músico, como autor, crea y trabaja en su obra, pero cuando la termina, no tiene medios ni forma de hacerla llegar al Gran Público. Es ahí donde entran las Discográficas que sí tienen los medios. Pero, ojo, la cosa no es tan sencilla porque el músico tiene que esperar sentado a que suene el teléfono, porque son las Discográficas las que eligen y deciden si el producto del músico les interesa. Entonces y solo entonces, ofrecen un contrato que el artista puede o no aceptar. Veneno contó que en alguna ocasión se había sentido maltratado por las Discográficas.
La entrevistadora aprovechó entonces para reflexionar sobre lo frío que sonaba que una empresa que cotizaba en Bolsa (Discográfica) manejara el arte y decidiera lo que era bueno y no para el público, y Kiko Veneno respondió que, desgraciadamente, las cosas estaban así: eran las reglas de este mundo que nos había tocado vivir e hizo otra reflexión que me gustó mucho: comentó que nos han vendido un MUNDO GLOBAL, pero esa misma globalidad es la que está matando al Mundo. No se pueden encontrar soluciones globales para todos, pues muchas veces, los problemas deben ser resueltos a niveles locales.
Lo que me gusta de esa reflexión es precisamente la parte filosófica que encierra y que creo muy acertada: hoy en día la clave para vender es “conectar” con todo tipo de público, y para ello se buscan artistas cuyos trazos puedan encajar en muchos modelos de pensamiento, que pasen de puntillas por problemas, sentimientos y situaciones, y puedan gustar a mucha gente. Pero eso mismo desdibuja la particularidad de cada uno.
Y me quedo con otro apunte, uno que escuché decir una vez a un gran director de cine sobre Almodóvar: que triunfaba en el mundo entero porque era capaz de exportar su propio universo, su propia visión del mundo, de colores y formas, de entender la vida.
Así tomo este último apunte para pensar que, a pesar de todo, hay esperanza.
Buena semana.
Buena semana.