Ayer domingo recogí a mis padres y los llevé a dar un paseo en coche.
Antes, cuando mi padre podía conducir, era parte de su ritual semanal. Solían pasear por los mismos lugares todos los fines de semana, a saber: el muelle, la plaza del Ayuntamiento, el faro de Navidad… Nuestra ciudad, aunque pequeña, tiene un puñado de sitios acogedores, marineros, donde uno puede pasear mecido por la brisa, ensanchando los pulmones.
Los llevé al valle de Escombreras, para que vieran todo lo nuevo que se había construido en acero y hormigón. Entramos por Alumbres y no abandonamos la visión de las tuberías hasta que dejamos atrás los túneles que conducen a Cala Cortina.
Detuve el coche en el mirador, bajamos, y desde lo alto contemplamos la playa. Aunque el sol no terminaba de decidirse, hacía un día agradable. Debajo nuestra, un par de bañistas nadaban en aguas transparentes observados por la gente que tomaba el aperitivo en la terraza del restaurante.
Apenas hablamos. Estábamos sobrecogidos por la tranquila visión que ofrecía el mar.
Yo pensaba lo curioso que es el subconsciente. Aquella cala, como otros lugares que visitaríamos el domingo, habían servido de inspiración para mi nuevo manuscrito. Así, Cala Cortina se había transformado sobre el papel en Cala Marfil. Una playa que no era exactamente igual a la original, aunque recordaba vagamente a ella. Era, por decirlo de algún modo, el otro lado del espejo, aunque un espejo imperfecto, deslucido. El espejo particular de mi propia visión de las cosas.
Últimamente estar con mis padres me produce una desgarradora melancolía. De pequeño, no me detenía a pensar en el tiempo. Supongo que la vida, que el estrés laboral y la propia sociedad, te sumergen en la creencia de que lo importante sucede en los períodos vacacionales. Nos pasamos media vida pensando en las vacaciones y cuando las tenemos, nos pasamos medias vacaciones pensando en lo poco que nos queda. Cuando uno es niño no piensa en el tiempo, preciado y precioso, que disfruta junto a sus padres. En lo fuertes y seguros que se ven con los ojos de la infancia.
Antes, cuando mi padre podía conducir, era parte de su ritual semanal. Solían pasear por los mismos lugares todos los fines de semana, a saber: el muelle, la plaza del Ayuntamiento, el faro de Navidad… Nuestra ciudad, aunque pequeña, tiene un puñado de sitios acogedores, marineros, donde uno puede pasear mecido por la brisa, ensanchando los pulmones.
Los llevé al valle de Escombreras, para que vieran todo lo nuevo que se había construido en acero y hormigón. Entramos por Alumbres y no abandonamos la visión de las tuberías hasta que dejamos atrás los túneles que conducen a Cala Cortina.
Detuve el coche en el mirador, bajamos, y desde lo alto contemplamos la playa. Aunque el sol no terminaba de decidirse, hacía un día agradable. Debajo nuestra, un par de bañistas nadaban en aguas transparentes observados por la gente que tomaba el aperitivo en la terraza del restaurante.
Apenas hablamos. Estábamos sobrecogidos por la tranquila visión que ofrecía el mar.
Yo pensaba lo curioso que es el subconsciente. Aquella cala, como otros lugares que visitaríamos el domingo, habían servido de inspiración para mi nuevo manuscrito. Así, Cala Cortina se había transformado sobre el papel en Cala Marfil. Una playa que no era exactamente igual a la original, aunque recordaba vagamente a ella. Era, por decirlo de algún modo, el otro lado del espejo, aunque un espejo imperfecto, deslucido. El espejo particular de mi propia visión de las cosas.
Últimamente estar con mis padres me produce una desgarradora melancolía. De pequeño, no me detenía a pensar en el tiempo. Supongo que la vida, que el estrés laboral y la propia sociedad, te sumergen en la creencia de que lo importante sucede en los períodos vacacionales. Nos pasamos media vida pensando en las vacaciones y cuando las tenemos, nos pasamos medias vacaciones pensando en lo poco que nos queda. Cuando uno es niño no piensa en el tiempo, preciado y precioso, que disfruta junto a sus padres. En lo fuertes y seguros que se ven con los ojos de la infancia.
Por eso, cuando puedes disfrutar con ellos una mañana de domingo, sientes que el tiempo se ha detenido para ti y te ha guiñado un ojo. Como si fuera posible atraparlo en una cajita de música y reproducirlo siempre que quisieras. Aunque sabes que, eso, no mitigará el dolor cuando ya no estén.
Reproduzco ahora unos versos de Agustín, conde de Foxá, que encontré en el libro que me dejó mi amiga Isis: "La brújula loca", de Torcuato de Tena.
Reproduzco ahora unos versos de Agustín, conde de Foxá, que encontré en el libro que me dejó mi amiga Isis: "La brújula loca", de Torcuato de Tena.
En los ojos de tu madre
serás niño hasta el final.
serás niño hasta el final.
30 comentarios:
Espléndidamente escrito, estupoenda entrada. Consigues llevar al lector hasta esa Cala y sentir casi el aliento de tus padres.
Es verdad eso que dices, que el intuir la cantidad de años que nos puedan acompañar nos hace más receptivos y disculpemos más sus manías.
Saludos desde mi octava noche.
¡Qué bonito, Deusvolt! No sólo eres buen escritor, es que además eres buen hijo. Tus textos destilan una sensibilidad maravillosa. Me encantan. Narras episodios de tu vida como si narraras un capítulo de una novela, al menos, yo, como lectora, me siento atrapada por lo que cuentas y cómo lo cuentas.
Ayer mi padres comieron en casa, y también estuvimos reflexionando sobre el paso del tiempo. Te comprendo muy bien.
Un agran abrazo.
Bonita entrada, Deusvolt,
es verdad que de pequeño no se piesa en el paso del tiempo ni en que nos puedan faltar las personas que queremos.
Repite esta jornad de domingo siempre que puedas, seguro que a tus padres les hace muy felices.
Buena semana.
El amor que demuestras a tus padres, se ve plasmado en tus palabras. Te felicito mi estimado amigo; cuando el núcleo familiar se mantiene sólido, el tiempo se convierte en el susurro del alma.
Un cordial abrazo,
Daniel DC
acero y hormigón qué pena ¿no? Les tienes que enseñar eso y no cómo han crecido los pinos mediterráneos desde la última visita.
He estado el 23-25 octubre en la playa de San Juan banándome algo con temperaturas superiores a 30º algo aluciante a la vez de preocupante.
Sobre el tema comentar que la ingeniudad es la única llaver real de la felicidad o al menos la felicidad que va de la mano del entusiasmo.
La ingenuidad te hace buscar un simple beso como una pieza mayor, un trabajo regular como un regalo, un pequeño éxito como un gran logro y así con todo.
La ingenuidad hace que un padre vea cómo un niño a un hombre de edad madura.
Bendita ingenuidad que algunos descerebrados tratan de desprestigiar.
Es precioso todo lo que nos cuentas, amigo, yo ya no podré pasear más con mi padre.El sábado cerró sus ojos para siempre y hoy le hemos dicho adios.
Gracias por considerarme tu amiga, hoy necesito mucho a mis amigos.
Ese libro es precioso y esos versos también.
Besicos tristes.
Qué bonito, sobre todo el final de la entrada.
Adoro los lugares que me inspiran, y esa playa, tal y como la has descrito, seguro que es uno de ellos. Resulta curioso como asociamos las vivencias a lugares, olores, sonidos... Y mágico.
Estoy de acuerdo con lo que dices: cuando tenemos algo que hemos anhelado, pensamos en qué ocurrirá cuando lo perdamos. Así es difícil disfrutar de la vida. La clave es pensar que durante un segundo todo es para siempre.
Aissss, ya me he puesto melancólica =)
Gracias, Alejandro. ¿Sabes? Tengo ganas de leer a Bukowski, pero... ¡es que tengo tanto que leer!
Respecto a lo que dices, es cierto, conforme se hacen mayores, el ciclo se invierte, la balanza se decanta hacia el otro lado y ahora, te toca a ti ser el fuerte, el hombro en el que apoyarse. Es duro porque uno no siempre está a la altura.
Saludos a tu blog "la octava noche" que recomiendo a todo el mundo, por su singularidad.
http://butaca111.blogspot.com/
Jolines, Maribel, qué amable eres.. ¡me pones "colorao"! Pues yo me siento que no termino de estar a la altura con mis padres, debería pasar más tiempo con ellos. Ese es un reproche que me hago a menudo. Supongo que todos nos lo hacemos tarde o temprano.
Un beso, amiga mía.
Lola, muchas gracias. El paso del tiempo es un tema delicado, antes ni lo tenía en cuenta. Supongo que la percepción de las cosas cambia con la edad, o con las circunstancias. Te deseo también buena semana. Un abrazo.
Bonitas palabras, Daniel. Para mi, la familia es muy importante. Desde que recuerdo, mis padres han estado ahí para ayudarme, para sostenerme. Sé que puede sonar infantil o poco maduro, pero el saber que están "ahí" siempre me ha garantizado una sensación de tranquilidad, de calma. Creo que una vez escuché a Pedro Ruiz (Sí, el humorista) hablar de su madre en la radio y me quedé con la boca abierta. Dijo palabras hermosas, y la frase que más me impresionó fue una que venía a expresar: podrás tener todas las parejas que quieras (refiriéndose tanto a hombres como a mujeres), pero una madre es, siempre, el puerto al que volver.
Me pareció muy profundo y bonito.
Te deseo lo mejor, Daniel. Sé, por lo que cuentas, y por tu blog, que la familia es, también, muy importante para ti.
Hola, Oriafontan. Sí, es verdad, en vez de pinos les enseñé acero y hormigón. Pero es lo que hay. Aquí, en mi ciudad, el acero y el hormigón dan de comer a mucha gente, incluido el servidor que escribe, pero estoy contigo en que es una pena enseñar eso en vez de un tupido bosque. Aunque a mis padres les encantó, porque en el fondo, vieron "cambios". Cuando algo cambia, uno se da cuenta, precisamente, del paso del tiempo.
Respecto a la ingenuidad, tienes razón, no está nada de moda hoy en día, más bien todo lo contrario. ¡Benditos los niños que veían Candy-Candy, Mazinger, Comango G!!
Ja,ja.. A ver si consigues que un chaval de los de ahora se trague un capítulo de Heidi o de Ulises 31!
Un abrazo.
Isis, siento mucho lo de tu padre. Sé que has pasado unos meses muy malos, pero, aunque suene tópico, has estado con él hasta el final y eso quedará en tu corazón. El poema que le has dedicado es precioso.
Recomiendo a los amigos que quieran visitar tu blog repleto de poesía. Un abrazo y muchos ánimos, amiga mía.
http://unpasilloencerado.blogspot.com/
naTTs, esa es la clave. El "ansia" o el miedo a perder lo que tienes, te hace no disfrutarlo, y al final, lo que debía ser un momento hermoso se transforma en un tiempo perdido, precipitado por el futuro que está por venir. No disfrutas del momento. Creo que por eso me gustan tanto las películas en las que la gente de la ciudad se va a vivir a un pueblecito tranquilo y empieza a "aprender" lo que significa vivir relajado, disfrutando del paso del tiempo con naturalidad. Algo que, lamentablemente, muchos de nosotros hemos olvidado (la serie Everwood, por ejemplo).
Un beso, amiga mía. ¡Yo también ando melancólico!
Deusvolt,desconozco la prosa de tus originales pero ya puedo hacerme una idea del sentimiento que llevan tus escritos. Realmente deliciosa lectura (pastas y te).
La familia es y será siempre lo primero.
Un abrazo y sigue con tu bien hacer, eres buena persona, se nota.
Bonita entrada, Deusvolt, tienes una manera muy tuya de plasmar las cosas.
Es bonito valorar así el tiempo que pasamos con los nuestros, porque la vida da demasiadas vueltas.
Un saludo.
Si digo que me he emocionado, me quedo corta, cortísima. Me has hecho recordar tantas cosas, es tan real vivido lo que cuentas...
Touché.
No tengo palabras.
Qué ganas tengo de leer un libro tuyo, cagüenlaleche.
Me has emocionado con tu entrada, y con el final, lo has rematado. Un buen escritor ha de ser sensible, y tú lo demuestras con una entrada como ésta. Felicidades por ser como eres.
Hola, Deusvolt. Me ha encantado la entrada, una prosa muy poética. me alegro de que estés animado preparando la corrección de tu cuarto manuscrito. Yo estoy mosca esta semana porque pregunto en agencias y editoriales como sigue la cosa y o no me contestan o dicen que todavía no han empezado, que hay un gran atasco. En fin, que me tienen harta.Tengo sitios vetados por como tratan a los escritores noveles donde ya no les volveré a mandar nada. No está bien que te ignoren porque sí, no hay educación por mucha gran editorial o agencia que sean.En fin que como has visto llevo un cabreo.. jejeje Un beso!
Hola compañero,
Tu entrada me ha dado un poco de morriña. Yo me encuentro a setecientos kilómetros de mis padres, que no es mucho, pero lo suficiente como para añorar aquellos domingos en la Plaza Mayor o El Rastro.
El otro tema del que hablas, la inspiración, últimamente cada vez que monto en el coche (en el asiento del acompañante), no paro de pensar en mi novela, creo que acabo de descubrir dónde vive mi musa, je, je.
Un abrazo.
Hola Sergio. Una entrada preciosa. Desde que salí del nido a la vida real, me ha dado cuenta de lo poco que andamos por esta Tierra, y luego no hay vuelta atrás. El tiempo se va, se va...
Desde que tengo sobrinos, me entristezco al pensar que cuando ellos tengan 32 años, mi misma edad, a lo mejor yo ya no estoy por aquí.
Desde que mi padre se prejubiló, con 60 años,me ha dado cuenta que si vive lo mismo que mis dos abuelos paternos, a lo mejor sólo le quedan 13 años de vida...
El tiempo se va volando. Será por eso que cada vez tolero menos los abusos de la oficina.
Un saludo
Ufff. Deusvolt, me has emocionado, muchas Gracias.
Pero qué bien escribes, Devoust!
Tienes el don de llevarnos de las orejas hasta el lugar que deseas, y hacernos sentir las emociones que presientes tendrán tus lectores. Me ha encantado pasear por la Cala Marfil, esa particular playa que solo en tu imaginación existe, y especialmente, me ha gustado el maravilloso sentimiento que guardas por tus padres. Así, es, Sergio, para una madre un hijo es niño para siempre.
Besos,
Blanca
Gracias, MiánRos, no sé qué decir. Me alegro de que te haya gustado el relato -por cierto sin ninguna pretensión-. Es verdad, la familia es lo primero.Un abrazo.
Me pone contento, Ithur, que mi "forma de narrar" sea eso: "mía". Por cierto, mi esposa que se ha leído todos mis manuscritos (¿cuántas veces voy a emplear "mi"?) dice que tengo un estilo definido, vamos, que se nota que soy yo. Y eso, me alegra, je,je.. Ánimo, serás el primero en la dinastía de albañiles que sobresalga en el mundo de las letras. Un abrazo. Eso sí, por favor, que no te comparen con el Bustamante, ¿vale?
Gracias, prima Malube. Seguro que algún día lees un libro mío, estoy convencido de ello, je,je.. Vuelvo a tener fé y esperanza. Aunque ando metido en la corrección de mi cuarto manuscrito (creo que lo he dicho un montón de veces) y estoy contento con el esfuerzo. Por cierto, me lo estoy tomando sin prisas porque tengo bastante lío en todos los frentes, je,je.. Un beso.
P.D. Yo ya he tenido la suerte de leer un libro tuyo, y espero, pronto, leer el segundo.
ah, y el que quiera emocionarse que lea el prólogo del Final del Ave Fénix.
Gracias, Martikka. ¡¡Que me pongo colorao!! Soy sensible por naturaleza, pero más que sensible, me considero algo peculiar respecto al entorno, je,je.. Oye, no lo digo por arrogancia, porque ser sensible, en un mundo como éste tiene sus contraindicaciones. Seguro que tú también sabes de eso.
Un beso, amiga mía.
No te cabrees, querida Silvia, no sirve para nada. Es cierto que muchas agencias y editoriales no son todo lo corteses que deberían, pero achácalo a lo liados que están, y, aunque no sea suficiente excusa, ¿para qué cerrarte puertas con las pocas que hay? Si te sirve de consuelo a mí ni me contestaron algunas agencias con mi primer manuscrito, ni con el segundo, en cambio sí me contestaron y me pidieron el tercero. A veces, no es cuestión de la propia editorial, ni de tu obra, es el momento y las circunstancias. Ánimo, Silvia, tú puedes.
Jesús, siento haberte producido morriña. Aunque no siempre la melancolía es mala. Como todo sentimiento que se precie, puede, en ocasiones, estimular el espíritu y por tanto, la creatividad. Eso que cuentas del coche es gracioso. A mí me pasaba también yendo de acompañante, sobre todo por la noche, y con un par de cubatas, entonces la cosa se ponía interesante, ja,ja.. Me alegro de que sepas donde encontrar a la musa. Esa, amigo mío, es una ventaja nada desdeñable.
Un abrazo.
Blas, la industria, el trabajo, la obra... Buff..¡¡eso me suena!! Por eso comenté que ser una persona sensible en medio de según qué clase de gente puede ser un problema, aunque yo tiendo a convertirlo en virtud. El otro día leí un artículo de Pérez Reverte que me pareció muy interesante, venía a decir que uno puede luchar contra la gente mala, pero en cambio, es imposible tratar de luchar contra la gente estúpida. La estupidez no puede doblegarse, no puede razonarse con ella. Los malos, por ejemplo, pueden cambiar de vela si les interesa en determinados momentos, pero los estúpidos... Bufff... y hay unos cuantos, ¿verdad?
Tranquilo, amigo, de todo se sale. Algún día seremos bestsellers y podremos dedicar todo nuestro esfuerzo a escribir, a mí me encantaría y sé que muchos compartís ese sueño.
Soñar es gratis. Ánimo.
Xavier, ¡qué puedo decir! Emocionar a alguien es una de las reacciones más bonitas que puede provocar un escritor, incluso podría decirse que es la razón por la que uno escribe. Me alegra que te haya gustado la entrada. Un abrazo.
Blanca, me emociona que digas eso. Doblemente gracias, pues eres escritora y madre (y ahora que lo pienso, también alguna de nuestras compañeras).
Me alegro mucho de que os haya gustado el texto, como dije, no tenía ninguna pretensión sobre él, sólo narrar brevemente..una mañana de domingo.
Un beso, amiga.
Gracias, amigo Sergio, por recomendar mi Blog en tu comentario. Ya sólo nos queda escribir una obra a la limón. ¿Qué te parece?
Saludos cordiales.
No hay por qué darlas, Alejandro. Es un placer y además, reitero lo dicho: tu blog merece la pena por su singularidad.
Un saludo.
P.D. ¿Un libro a la limón? ¿Como ese de miedo que ha hecho el del Toro y un no sé quién,... y que se están forranod? Umm.. no sé.. ja,ja,..
Sí, sí, tú ríete, Sergio, pero no es mala idea.
Hola, Deusvolt. ¿Podría hacerte una pregunta? Verás, es que voy un poco perdida. Yo tengo registradas mis novelas en registro de propiedad intelectual, aunque también he entendido que hay un registro llamado ISBN. No entiendo de estos temas,y últimamente le estoy dando vueltas, pensando que igual lo del registro de la propiedad no es suficiente, que si para evitar el plagio es más seguro el ISBN (que por cierto, no estoy muy segura de lo que es jeje). Si sabes algo de esto, ¿podrías aclarar mi duda? Muchas gracias de antemano. Un abrazo!
Hola, Silvia, respecto a lo del registro de la Propiedad, yo creo que garantiza la protección de tus obras sin problemas dentro de la comunidad Europea, y también internacionalmente. Aunque el otro día, Francisco Gijón, me comentó que también existe un Registro internacional de la Propiedad, que vale cuatro veces más (tampoco es ningún disparate) y que te ampara ante posibles plagios en los países de origen. No obstante, como te digo, si no vas a pensar de momento en una traducción de tus obras, quedarían aseguradas con el registro de la Propiedad que has hecho.
De ISBN, yo tampoco entiendo mucho, pero básicamente es un número de identificación para un libro (que se ha publicado y por tanto para fines comerciales). Dado que tus libros son, en principio, manuscritos que ofreces a editoriales y agencias, no tendrías que hacer lo del ISBN. Te copio un enlace de la Wikipedia (que no siempre es una fuente fiable, pero bueno, sí aclara cosas). Como verás, dichos dígitos incluyen (son 12 o 13 por código) indican la lengua de origen, el país, y hasta el editor.
Silvia, como acabo de publicar una nueva entrada justo cuando tú hacías el comentario, lo voy a colocar también en la nueva y así la gente que la lea puede comentar más fácilmente sobre ella.
También te pondo el enlace de Francisco Gijón, por si quieres comentárselo en su blog ya que él está más ducho que yo en estos temas.
http://franciscogijon.blogspot.com/
Tu pregunta, por cierto, ha sido muy interesante.
Un abrazo.
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