martes, 23 de noviembre de 2010

Entrevista a María Dueñas

Entrevistas con El alma impresa:
María Dueñas
(publicada originalmente en la revista Prosofagia)
Por Sergio G. Ros

Hace ya algunos meses acudí a la librería Escarabajal de Cartagena para conocer en persona a María Dueñas, la autora de El tiempo entre costuras, la novela revelación del año.
Ana Escarabajal, la dueña de la librería, tuvo la cortesía de presentarme como coordinador de la tertulia que, mensualmente, celebrábamos allí. En todo momento María se mostró muy amable, aunque nos fue imposible mantener una charla continuada debido al incesante goteo de lectores que se acercaban a su mesa, conversaban con ella y le contaban lo mucho que les había gustado la obra. Observándola me pregunté qué es lo que estaría sintiendo en esos momentos: hacía apenas unos meses, aquella mujer nacida en Ciudad Real, doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia, era una desconocida para el gran público, y ahora estaba firmando la decimoquinta edición* de su primera novela.
De nuestro encuentro rescato la impresión de haber conocido a una mujer accesible, culta, de maneras delicadas y con la que congenié porque a ambos nos gusta mucho la novela Desgracia, de Coetzee. Aproveché esa mano tendida para hablarle de la revista Prosofagia, una revista literaria que había nacido en la virtualidad, y que contaba con muchos escritores noveles y no tan noveles entre sus filas, hispanohablantes de todo el mundo. Eso creo que le gustó, pues la editorial Temas de Hoy le había comunicado que probablemente en otoño iniciaría una gira para presentar la novela en Sudamérica.
Y así fue básicamente como nació esta entrevista.

*N del A.: A fecha de hoy ya lleva 23 ediciones, ronda los quinientos mil ejemplares vendidos y ya se ha anunciado una futura adaptación televisiva.
María Dueñas y yo en la librería Escarabajal

—María, como te comenté, entre los lectores de Prosofagia hay muchos escritores, y entre ellos muchos noveles. No es ningún secreto que el panorama literario actual, ensombrecido por la crisis, no deja muchos huecos para ellos, ¿qué puedes decirles de tu experiencia?, ¿fue fácil para ti conseguir agente literario y después editorial? ¿Hay esperanza para los que intentamos (y me incluyo) publicar?
—Yo creo que hay muchísima esperanza, y mi caso es un ejemplo de ello. Comencé a escribir sin conocer a nadie en el mundo editorial, y cuando digo a nadie me refiero a cero personas del sector: ni escritores, ni editores, ni periodistas culturales, ni críticos… Por esta razón, lo primero que decidí fue buscar una agencia literaria que me representara. Tuve suerte y me aceptó Antonia Kerrigan. Y ahí arrancó todo…

—Personalmente, admiro mucho a Murakami Haruki, el exitoso novelista japonés que, un buen día, superados los treinta años, mientras veía un partido de béisbol, decidió ser escritor. ¿Crees que existe una edad determinada para empezar a escribir?
—En mi caso particular, desde luego, ha sido así: algo parecido a Murakami, salvando las distancias. En un momento concreto de mi vida, recién entrada en la década de los cuarenta, me topé durante un viaje con unos escenarios históricos entrañables y me pregunté cómo podía ser que nadie hubiera escrito sobre ellos. Y entonces, repentinamente, decidí hacerlo yo. Y me resultó muy sencillo, porque fui capaz de emprender mi camino con la lucidez que dan los años, las capacidades que la vida te hace desarrollar, y el sosiego suficiente como para abordar la aventura sin prisas ni ansiedades, disfrutando cada momento pero aplicando a la vez mi bagaje personal y la disciplina, el rigor y el ojo crítico que me han aportado la edad. ¿Habéis leído una columna de Arturo Pérez-Reverte en El Semanal destinada a jóvenes escritores y publicada hace apenas unas semanas? Pues habla de todo esto, y suscribo una a una sus palabras.

—Voy a hacerte una pregunta muy original: ¿Por qué escribes?
—Escribo porque la vida es muy ancha y no quiero limitarme a seguir una única senda estrecha y lineal hasta el final de mis días. Escribir me ayuda a expandirme, a enriquecerme; me entretiene, me ilusiona, me absorbe, me hace disfrutar…

—¿Qué te ha aportado tu experiencia vital en la soledad frente al teclado?, ¿cuánto de María Dueñas profesora, ama de casa, madre, antigua estudiante… pulula entre sus personajes?
—Soy una persona muy independiente que disfruta enormemente de la soledad, quizá porque mis actividades cotidianas están irremediablemente llenas de ruido y gente. Las largas —larguísimas— horas frente al teclado me han aportado ilusión, sosiego, satisfacción… A simple vista, ninguno de mis personajes tiene nada que ver conmigo, pero supongo que todos ellos guardan en el fondo algo de mí: de mi visión del mundo, mis principios, mis valores, mis querencias, mis afectos, mis preocupaciones…

—A estas alturas estoy seguro de que muchos lectores ya saben que parte de tu maravillosa recreación del Protectorado Español en Marruecos fue posible no solo gracias a una profusa labor de documentación, sino de las vivencias de tu propia familia. ¿Nace El tiempo entre costuras de un anhelo hacia una época especial, un lugar especial?
—El Protectorado de España en Marruecos terminó en 1956, hace poco más de cincuenta años y, contrariamente a lo lógico, su existencia parece haberse volatilizado en la memoria colectiva de los españoles, quizá por nuestros absurdos complejos respecto a lo correcto y lo incorrecto en la recuperación de nuestra historia más reciente. En cualquier caso, ahí estaba aquel viejo y entrañable Marruecos español, esperando que alguien se acordara de él. Y ahí estaba yo, cargada de información privilegiada aportada por quienes vivieron aquel mundo en primera persona. Unir una cosa y otra fue el arranque de la novela.

—¿No tienes la sensación de que esos lugares, como ocurre en la inolvidable Casablanca, actuaron como oasis en medio de la barbarie mundial, paradojas geográficas donde era posible que enemigos acérrimos compartieran un coñac y un puro?
—Aquel Marruecos ofrecía opciones vitales para todos: para quienes honradamente querían ganarse la vida, y para quienes por cualquier razón deseaban esconderse, reinventarse o empezar una nueva andadura sin mirar atrás. Eso convirtió aquel entorno en un tablero apasionante en el que se cruzaban todo tipo de individuos y circunstancias. De todas maneras, no todo fue distancia y sosiego frente a la barbarie: el inicio de la Guerra Civil española, por ejemplo, tuvo consecuencias muy desgraciadas para algunos de los que habitaban aquel mundo.

—De los personajes históricos destacan sobre todo Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder (que por cierto, nació en Cartagena). ¿Por qué ellos?, ¿te sirvieron de inspiración, es decir fueron pieza clave en el planteamiento de la trama?
—Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder fueron los detonantes de toda la trama, porque el hilo narrativo de la novela sigue su aventura vital a través de los años que estuvieron juntos. En algún momento inicial me planteé hacer de ellos los protagonistas de la novela, pero después preferí adoptar una posición más distanciada, y entonces creé a Sira Quiroga para que nos contara qué fue de ellos. Lo que pasó después fue que Sira comenzó a crecer y se hizo con el protagonismo absoluto de la novela.

—En toda la novela, y si me lo permites, incluso en el sello de algunos personajes (como la propia Sira), me pareció percibir una influencia de la cultura inglesa más allá de las tendencias o simpatías hacia uno de los bandos armados, algo muy sutil, que se percibe en la forma de transmitir las emociones. ¿Reconoces esa influencia en tus personajes?, ¿fue algo premeditado?, ¿crees que influye también en tu estilo literario?
—Por mi formación, profesión y afinidad personal, estoy muy vinculada al mundo anglosajón en todas sus vertientes: lengua, cultura, historia; incluso modo de vida en algunos aspectos. Me siento muy cómoda leyendo y escribiendo en inglés y funcionando entre sus gentes y sus instituciones. Todo eso creo que permea en mi escritura de una forma natural, sutil pero evidente. No lo hago a propósito; a menudo incluso es algo inconsciente que denoto mucho después, pero tampoco me esfuerzo por neutralizar ese componente tan integral en mi vida.

—Otra pregunta original: ¿Cuáles son tus escritores y libros preferidos?
—Muchos, muchos… Soy poco mitómana y, a pesar de tener una formación académica, soy muy ecléctica en mis gustos. Mezclo de todo: novela con-temporánea con clásicos, best sellers con premios Nobel, españoles con extranjeros…

—¿Qué rol tuvo la escuela en tu interés por la literatura? Como profesora de universidad que eres, ¿crees que hoy por hoy la educación formal encara de otra forma (peor o mejor) el despertar o sostener el interés por leer y escribir? ¿Encuentras diferencias notables con la enseñanza al otro lado del Charco, en Estados Unidos, donde has sido docente?
—Las clases de Literatura pueden suponer una maravillosa puerta de acceso a la lectura, o pueden hacer odiar los libros para siempre: todo depende de la metodología y el profesorado. En mis tiempos, nos limitábamos a memorizar la vida y milagros del autor y su época, a estudiar el argumento de sus obras, y a tragarnos cuatro datos más sin adentrarnos en la lectura crítica de los textos, sin reflexionar ni conversar sobre ellos, sin opción a debatir sobre nuestras impresiones y emociones durante la lectura… Mucho me temo que en la mayoría de los casos, lamentablemente, la tendencia sigue siendo la misma treinta años después. Y en cuanto a la escritura, bueno, me habéis tocado la fibra sensible con esta pregunta. Creo que la enseñanza de la escritura es una de grandes asignaturas pendientes del sistema educativo español —junto con la enseñanza de idiomas—. Se enseña a los alumnos a analizar oraciones sintácticamente con un alto grado de complejidad y sofisticación, pero nadie se preocupa de que desarrollen capacidades para argumentar ideas, para rebatir opiniones, para sostener puntos de vista, para criticar flexivamente lo que leen u oyen, para cohesionar su pensamiento… Nadie les habla de que los textos deben tener coherencia interna, nadie les enseña a hilar segmentos, a estructurar el discurso, a trabajar con distintos registros… No escriben, no practican, no se les orienta, no se les aporta una corrección constructiva. Y eso es lamentable. En Estados Unidos, con sus glorias y miserias en materia educativa, todo es mucho más aplicado, menos mecánico y memorístico, más práctico y volcado en la realidad de los estudiantes y del mundo. A mi modo de ver, sería muy positivo trasladar a nuestra práctica pedagógica muchas de esas opciones.

—Tu novela ha pugnado en los escaparates de las librerías con las novedades de veteranos y consagrados escritores, y, sobre todo, con tendencias literarias muy marcadas (género negro-nórdico). ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito El tiempo entre costuras si es tan complicada de clasificar?
—Pues quizá por eso precisamente, porque lejos de encasillarse en un género único, aporta un abanico de componentes que resultan atractivos para todo tipo de lectores: nos retrotrae a tiempos pasados que sin embargo nos son cercanos, nos hace viajar a escenarios evocadores, nos hace sentir pasiones humanas que a todos nos tocan de cerca: superación, amor, lealtad, traición, incertidumbre, amistad…

—¿Nos puedes adelantar algo de tu próximo proyecto?
—Mezclará tiempos y geografías, y volverá a integrar las pulsiones que a todos nos atañen: amor, dolor, inquietudes, desengaños, reconstrucción… Tendrá también algo de recuperación de memoria colectiva y de nostalgia por el tiempo que se fue y, paralelamente, integrará cuestiones contemporáneas, vida de todos los días. Y sorpresas, y algo de humor, y acción, y un poquito de intriga. Y muchos, muchos afectos.

—Muchas gracias, María. Ha sido una verdadera delicia charlar contigo.
—Gracias a vosotros, y mucha suerte en la escritura y en la vida.


María Dueñas Vinuesa (Puertollano, Ciudad Real, 1964)

Es doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia. Ha impartido docencia en universidades norteamericanas, es autora de trabajos académicos y ha participado en diversos proyectos educativos, culturales y editoriales. Su familia materna vivió en Tetuán durante la etapa del Protectorado Español en Marruecos y, a partir de los recuerdos y evocaciones de aquella época, nació la trama de
El tiempo entre costuras.

http://eltiempoentrecosturas.blogspot.com/

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cita en Samarra, de John O´hara

CITA EN SAMARRA
Autor:
O'HARA, JOHN
Editorial: DEBOLSILLO
Año de edición: 2010
Materia Novela
ISBN: 978-84-9908-238-7
Páginas: 312

SINOPSIS
Julian y Caroline son envidiados por todo el mundo en la glamurosa Gibbsville —ciudad ficticia— de los años 30. La música y los dry martinis fluyen generosamente hasta la madrugada en fiestas de etiqueta. El mundo parece un paraíso hasta que Julian decide romper las reglas del decoro tirándole un dry martini en la cara a un prominente nuevo rico. Aquí empieza un largo viaje hacia la autodestrucción.

RESEÑA

Cita en Samarra está ambientada en la Norteamérica de los años treinta, y establece un retrato preciso y terrible de la sociedad media-alta desde una óptica diferente a la que lo hiciera su contemporáneo Scott Fitzgerald en el Gran Gatsby, aunque no tan distinta después de todo: Fitzgerald mostraba el sueño americano encarnado en un hombre construido así mismo a partir de la nada, y O´hara muestra al hombre construido por la sociedad, que se derrumba al descubrir sus pies de barro. El ambiente es parecido: los bailes, las fiestas, el dinero, la frivolidad, el poder… y la ley seca, donde el alcohol es un catalizador del conflicto.

Debo reconocer que la historia me pareció lenta en sus inicios, pero, de alguna manera, me fue atrapando. Creo que eso es, en sí mismo, un grandísimo logro, por todo el tiempo que nos separa, por todas las connotaciones que no tienen sentido hoy día, y sin embargo te hacen “conectar”. En mi opinión, el mayor acierto de O´hara está en sus magníficos diálogos, en la hermosa fluidez de los mismos, comparable quizá a la agilidad de otro contemporáneo como Hemingway, y al realismo quirúrgico con el que están realizados. En Cita en Samarra son los diálogos, precisamente, los conductores de la historia y los que mejor perfilan a los personajes, mucho mejor que la prosa.

En definitiva, una gran novela que asusta si se medita un poco porque nos muestra la delgada línea que separa nuestras vidas del abismo. La importancia de la hipocresía para sostener la sociedad, y la tremenda fuerza que ejercen las reglas de comportamiento, los estereotipos y las cosas que nunca deben decirse a la cara. Romper esas reglas es como abrir la ventana de la habitación en un día de viento mientras construimos un castillo de naipes.

Sergio G.Ros

jueves, 4 de noviembre de 2010

La Guerra de la Doble Muerte, de Alejandro Castroguer

Ficha detallada:
"La guerra de la doble muerte"
Autor: Alejandro Castroguer
Editorial:
Almuzara
Fecha de publicación septiembre 2010
Colección Narrativa
ISBN 9788492924387

SINOPSIS
A mediados de diciembre de 2009 los primeros asesinatos en Hornachuelos saltan a los titulares de periódicos y telediarios. Aunque en un principio el Gobierno lanza una cortina de humo en torno a la violencia de los ataques, que rozan el canibalismo, la Crisis de la Doble Muerte estalla en toda Andalucía sin que nadie sepa responder a la misma con presteza.

Febrero de 2010. La crisis económica mundial apenas puede disimular la gravedad de lo ocurrido en Andalucía durante las últimas semanas. Se barajan diversas hipótesis como desencadenantes de la resurrección de la carne, pero lo único cierto es que el Hambre se ha extendido por las ocho provincias.

"La Guerra de la Doble Muerte" es la historia de Judith, Salvador y Jonás; la lucha de estos tres resucitados que, tras perder la práctica totalidad de sus recuerdos, han de enfrentarse a un mundo que no entienden y del que habrán de huir, aunque desconozcan cómo y hacia dónde. Mientras tanto, la propaganda desplegada por las fuerzas militares habla de la Ciudad Negra como única posibilidad de salvación... y de una supuesta cura de la enfermedad.

"Cíñanse bien la camisa de fuerza antes de comenzar la lectura de esta singularísima novela. La multitud de zombis que transita por sus páginas personifica en carne viva una de las paradojas más terribles del capitalismo: sólo hay vida después de la muerte." JUAN FRANCISCO FERRÉ

"Un Apocalipsis, una pesadilla magistral, valiente y necesaria" ANTONIO CALZADO


ENTREVISTAS CON EL ALMA IMPRESA
Alejandro Castroguer: literatura de largo recorrido.
Por Sergio G.Ros

De esta manera tan espectacular, la editorial Almuzara presenta La Guerra de la Doble Muerte, una proposición novedosa dentro de esa avalancha que parece haber sufrido el género de zombis en los últimos tiempos. Y si Almuzara, un sello de tanta calidad, ha apostado por la obra de Alejandro Castroguer, conocido por muchos de vosotros, se debe, sin lugar a dudas, a su calidad y a que presenta un punto de inflexión, un quiebro para los amantes del género. Algo necesario y estimulante.
De Alejandro, al que no conozco en persona pero sí en la virtualidad desde hace algún tiempo, siempre me atrajo su constancia en la escritura, su empeño por mejorar a través de los años, por encima de los sinsabores que supone ese largo recorrido por publicar. Creo que es un autor a tener en cuenta, que ha sabido colorear sus historias con todo lo que le apasiona desde niño: literatura, cine, pintura, música… arte, en definitiva.

—Alejandro, ¡al final todo llega! ¿Podrías relatarnos brevemente tu andadura literaria? , ¿Desde cuándo escribes?
—Escribo desde que tengo casi uso de razón. Sí, ya sé, mucho dicen esto, pero es así. Recuerdo haber escrito cuando era un mocoso cierto relato acerca de un extraterrestre y un niño que lo esconde en su casa, nada novedoso si tenemos en cuenta que fue redactado al relance del impacto causado en toda una generación por “E.T. el extraterrestre”. Luego le tocó el turno a la fantasía épica del tipo Tolkien, mucho antes de que el cine convirtiera la religión de los tolkienianos en algo excesivamente comercial. Todavía reconstruyo con la memoria aquellos mapas sobre los que se movían los personajes. También hubo hueco para la ciencia ficción y extrañas invasiones alienígenas, algo ya más serio que aquel intento de imitar la obra de Spielberg.
>>La primera novela data de hace 20 años cuando escribí “Jeroglíficos de muerte y salvación”, que presenté al Premio Ateneo de Sevilla de 1992. La suerte y el tema netamente hispalense, y no la calidad literaria, obraron el milagro de auparla al grupo de finalistas. De ahí hasta este 2010 se han sucedido otras seis novelas antes de llegar a “La Guerra de la Doble Muerte”.

—¡Veinte años y seis novelas! Después de ese tiempo y esa pasión tuya por la literatura, ¿qué crees que ha cambiado para haber podido publicar?
—Te corrigo, 20 años y ocho novelas porque en la anterior respuesta no conté ni "La Guerra de la Doble Muerte" ni "La octava noche" (ésta aún por publicar). Sin ninguna duda lo que ha cambiado la calidad literaria de los últimos escritos. En muchas ocasiones se tiene un ansia por publicar como si fuese lo más importante para un escritor. Primero se ha de madurar como persona y al mismo tiempo como escritor. A mí me han ayudado sin saberlo muchos autores a los que he leído en estos 20 años. No es lo mismo una novela escrita a los 19 años y sin experiencia, que afrontar un proyecto a los 39 con más de 3.000 páginas escritas. La autoexigencia es necesaria, diría que obligatoria, porque uno no ha de conformarse a la primera con lo que redacta. Por ejemplo, al escribir debajo de cada capítulo anoto la misma pregunta "¿Para qué sirve este capítulo?". En caso de no saber responder, todo acaba en la papelera.
—...Pues no puedo estar más de acuerdo contigo: lo de ser escritor es, sin duda, una carrera de fondo (de ahí, el título de esta entrevista). Dime, ¿tienes predilección por algún género?, ¿cuáles son tus libros y autores preferidos?
—De más joven sentía idolatría por la ciencia-ficción –de hecho todavía me interesa-, no con la intensidad de antaño, pero sí como para abordar tangencialmente algún que otro proyecto inscrito en dicho género. Entre mis autores favoritos, destacar a R.Bradbury, I.Asimvov, E.Zamiatin, Ph.K.Dick o A.C.Clarke.
De los clásicos de terror me quedaría con Poe y Lovecraft, de los que adoro sus atmósferas, pero no hay que olvidar a W.W.Jacobs, W.Hodgson, A.Bierce, Sheridan le Fanu y tantos otros. La lectura de cualquiera de estas clásicos es imprescindible.
Alejados de los géneros me interesan, y mucho, Antonio Muñoz Molina, Antonio Lobo Antunes, Italo Calvino, Juan Marsé, Henry Miller, Charles Bukowski, Raymond Carver, el primer Vargas Llosa, Julio Cortázar, John Steinbeck, Raymond Chandler y un larguísimo ecétera. “El jinete polaco” se me antoja una de las mejores novelas españolas de final del S.XX, así como “Si te dicen que caí”. Adoaro “El largo adiós”, los cuentos minimalistas de Carver, “Marcovaldo” o el fabuloso libro de viajes “Viajes con Charley” del autor de “Las uvas de la ira”. Como ves mi pasión lectora apenas tiene fronteras ni límites.

—¿Te habías adentrado en el género de terror o es tu primera incursión en el mismo?
—Con la extensión de una novela, es la primera vez. Había escrito algunos relatos de terror (recuerdo por ejemplo, “Feliz Navidad, mister Fu Manchú”), pero nada de tanta envergadura. En sí fue un reto, una demostración, decir ... se puede escribir y con clase una historia tan manida y vapuleada como la de los zombis, aunque últimamente esta tendencia ha cambiado y los artistas cuidan más las obras.

—¿Qué es lo que diferencia, en tu opinión, “La Guerra de la Doble Muerte” de otras novelas de zombis?
—Creo que dos aspectos la diferencian de otras obras de la misma temática: uno, el enfoque, y dos, el estilo. Del enfoque decir que he situado la intriga de parte de los zombis (en este caso, resucitados o hambrientos, como yo los llamo), de modo que observamos las penurias y las persecuciones que padecen por parte del ejército de los vivos. No es que sean los buenos, ni mucho menos, sería maniqueo pensar eso; sino que se convierten en las víctimas. Ya lo dice Juan Francisco Ferré en su frase para la contraportada, “Sólo hay vida después de la muerte”. Y ese es el lema de la obra. Hablar de “Pedro Páramo” como un referente de los muertos vivos que sienten y padecen se hace obvio. Incluso Ambrose Bierce ya abordó semejante posibilidad.
Respecto del estilo, comentar que he intentado dotarla de la mayor carga poética a fin de contar las escenas más terribles de una manera elegante. Algunos dirán que es un estilo sobrecargado, pero lo he preferido para dotar a la obra del mayor nivel literario. Comparaciones y metáforas de impacto para hacer muy visual todas y cada una de las escenas. Además, en la obra hay más de 80 citas a distintas películas, libros y músicas que habrían de enriquecer el producto final.

—La ambientación en todas las historias suele ser muy importante, la de tu novela es especialmente singular, ¿podrías hablarnos de ella?
—He pretendido que sea especialmente desoladora, con ciudades muertas, cadáveres de coches, estaciones de tren asediadas y carreteras abandonadas. A pesar de ello todo había de guardar cierta verosimilitud. Es por ello por lo que era necesario hacerla muy actual (transcurre en el 2009-2010) y situarla en escenarios reales que los lectores reconozcan (o incluso puedan buscar a través de internet). El último invierno, especialmente lluvioso, y la soledad y desolación de los escenarios confieren ese aire amenazador imprescindible en este género. Espero haberlo conseguido.
—¿Qué importancia tuvo el éxito de tu blog GDM en la publicación de la novela? ¿Piensas que Internet es un buen vehículo para los autores que quieren publicar?
Sin duda el éxito de proyecto de la GDM (así se conoce a “La Guerra de la Doble Muerte”) se cimentó en el blog. Pero sin la constancia de publicar todos los martes y viernes a las cinco de la tarde tampoco habría funcionado. Fue vital fidelizar a los lectores de semejante guisa, pues ellos sabían cuándo podían acceder a un nuevo capítulo. Bastaba con entrar en el blog y allí estaban sin falta. Esa periodicidad enganchó a los que se dejaron seducir por la primera entrada que tuvo más de 80 comentarios. Con posterioridad, las cifras hablan por sí solas del éxito del blog: en apenas 4 meses había más de 70 seguidores, más de 15.000 visitas y más de 1.000 comentarios. Esos fueron avales más que suficientes para que distintas editoriales se interesasen en la novela.

—Por último, y aunque suene poco modesto, como sabes, a principios de año, acuñé en mi blog el término: “La generación del XXI” de la que tú eres integrante. Muchos de los autores de esta generación han publicado este mismo año, ¿crees que el futuro es más esperanzador para los autores noveles, a pesar de la época de crisis?
—Fue premonitoria esa entrada en tu blog, en la que hay un buen puñado de escritores de mucha valía. Sinceramente creo que entraña la misma dificultad publicar ahora que hace unos años. Lo único que ha mejorado es la atención que prestan las editoriales a los autores de género españoles. Sólo hay que ver la ingente cantidad de nombres nuevos. Sólo el tiempo dirá quien se ha de quedar y forjar una sólida carrera, y quien quedará relegado después del furor de estos años.

—¿Algún deseo pendiente para este final de año?
Por abusar, pediría muchas reediciones y un contrato cinematográfico para la GDM. Pero si tenemos en cuenta la excelente aceptación de la misma por ahora, el haber hecho realidad un sueño (publicar después de 20 años) y el nacimiento de mi pequeña Nora (a quien va dedicada la obra), pedir más sería casi obsceno. Si acaso, como ya he hablado con Almuzara, la posibilidad de presentar la novela fuera de Andalucía.

Muchas gracias, Alejandro, estoy seguro de que La Guerra de la Doble muerte será un gran éxito por su originalidad.
Sobre el autor:
Alejandro Castroguer nació en el año 1971 en Málaga.
Es diplomado en Magisterio (Ciencias Humanas), y estudió entre otras cosas pintura al óleo, donde trabó una entrañable amistad con su profesor, José Díaz-Oliva.
Escribe desde muy pequeño, y con su primera novela, "Jeroglíficos de muerte y salvación" quedó entre los finalistas del Premio Ateneo de Sevilla del año 1992. Tras haber consolidado el oficio de la literatura con varias novelas que considera ya destruidas ("Como una raya de tiza", "Soñaba que soñaba", "Las puertas", "Horizonte Marfil" y "Carcoma"), coincidiendo con su estancia en Barcelona, 2000-2002, redacta "El bailarín de claqué".
Castroguer pertenece al grupo literario “Sevilla escribe” con quien aparecerá en una próxima antología de la mano de su relato “El noctívago demacrado”, homenaje a Lovecraft. Es autor de “La octava noche”, novela fusión de Ciencia Ficción-Policíaca.
Para saber más:


Su blog: http://guerradoblemuerte.blogspot.com/