lunes, 29 de marzo de 2010

Maribel Romero: nuestra Ganadora.


Creo que éramos muchos los que estaban con el alma en vilo por ver si el milagro podía realizarse: nuestra amiga, la escritora Maribel Romero, se había metido en la final del premio Azorín de novela, 2010. Nada más ni nada menos.
Para los que no estén enterados de cómo se desarrollaron finalmente los acontecimientos, les remito a la excelente entrada publicada por ella misma en su blog, escrita con un temple y un estilo que ya quisieran muchos:

Le he estado dando vueltas a la forma de enfocar esta noticia. Asiduo lector como soy de Pérez-Reverte en el XLSemanal, quizá esté impregnado por esa lucidez con la que mi paisano cartagenero describe tan bien lo pérfida y barriobajera que puede llegar a ser esta España nuestra.
Por tanto, habría muchas cosas que podrían decirse de esa final “in extremis”, en un premio de prestigio (con sesenta y ocho mil euros de por medio), donde una desconocida se mide a una escritora consagrada. A estas alturas de la vida, y con lo que uno ha visto, leído y escuchado, me van a permitir que me crea que eso del pseudónimo, en un premio de este calado, es tan buen disfraz como las gafas de Clark Kent.
No voy a decir nada que no se sepa, ni a insistir mucho en el asunto, por cuanto creo que podría hacerle un flaco favor a Maribel, pero bastan sólo dos apuntes para tomar conciencia de cómo era imposible otro final diferente:
Primero, la ganadora, doña Begoña Aranguren, es una escritora que está en la cartera de la Editorial Planeta (coorganizadora del evento, junto con la Diputación Provincial de Alicante).
Segundo, y para más enjundia de lo poco que se cuidan las maneras en este país, nada más desvelarse el nombre de la triunfadora, se anunció que su novela estaría disponible en las librerías españolas el 13 de abril, con otro nombre distinto: “El amor del rey”.
Los que estén familiarizados un poco con el sector editorial, saben que no es posible coger un manuscrito y tenerlo en la calle en tres semanas, con la Semana Santa de por medio, a no ser que ya se tuvieran preparadas las galeradas antes.

Dicho esto, sólo me queda comentar lo grande que eres, Maribel.
Que tu obra, El peso de las horas, tiene que ser una verdadera delicia para haber hecho “titubear” a ese jurado.
Y, no puedo cerrar esta entrada sin decirle al mundo que me joroba, y mucho, que no te llevaran a esa sala de prensa, que no tuvieran un gesto amistoso contigo, que no te mimaran, que no te fotografiaran, y que la ganadora y la editorial no se dignaran a mencionarte.
Pero quiero creer que todavía están a tiempo de hacerlo, y que pronto, muy pronto, tendrás muchas ofertas para publicar como te mereces, para que nosotros, los que te admiran, podamos leerte en rústica. Qué menos.
Un abrazo.
Sergio G.Ros
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Maribel Romero Soler

Escritora nacida en Elche (Alicante). Licenciada en Derecho, experta en Derecho de Autor y Propiedad Intelectual, Diplomada en Redacción y Estilo, en Novela Negra y en Formación de Lectores. Es miembro del jurado del certamen internacional de relato breve “La lectora impaciente”. Ha obtenido diversos reconocimientos en concursos literarios y tiene obras publicadas en más de veinte antologías. Es autora del libro divulgativo “Doscientas cuestiones de derecho que todo el mundo quiere saber” (Quiasmo editorial, Madrid, 2009), y coautora del libro de relatos EL PINTALABIOS (Visión Libros, Madrid, 2009).
Actualidad:
Maribel ha quedado finalista de El premio Azorín de novela 2010, en segunda posición, con su novela “El peso de las horas”.

También está en plena campaña de promoción de El PINTALABIOS, y en breve, participará en unas jornadas de lectura para invidentes, invitadas por la ONCE.
Este año la editorial EDITAMER publicará su primera novela infantil titulada “UN MISTERIO TRAS LAS PUERTAS “, que posiblemente verá la luz para la primavera o verano.
Se encuentra escribiendo una novela juvenil, y cuando finalice el plazo de los certámenes LA LECTORA IMPACIENTE comenzará su labor de lectura y selección de obras como jurado en la modalidad de relato breve.
Su blog, donde podréis aprender los entresijos de concursos y obtendréis jugosos consejos literarios, además de conocer relatos de la propia autora:
http://ocurrienfebrero.blogspot.com/

domingo, 21 de marzo de 2010

Libros que existen

El fin de semana pasado decidí plantarle cara a una tarea doméstica que llevaba posponiendo algún tiempo: la limpieza del despacho de nuestra casa, una limpieza a fondo, se entiende.
El principal problema con el que había de enfrentarme era el sin fin de objetos que pueblan esta habitación: libros, cómics, apuntes, enciclopedias, carpetas…. En definitiva, algo que no puede juzgarse a la ligera. Así que la tarde del sábado tomé dos bayetas, espray limpia superficies, cubo, escoba y recogedor, fregona y bolsas de basura, e hice un primer contacto, apenas un escarceo; la batalla, una ardua batalla, comenzaría el domingo bien temprano, prolongándose durante todo el día.
Llegados a este punto os preguntaréis qué tiene que ver todo esto con las peripecias literarias a las que os tengo acostumbrados. Debo confesaros que me apetecía compartir una reflexión casi existencial que me asaltó a partir de una actividad puramente física. Y es que la limpieza del despacho me obligó a manipular cada novela, cada diccionario, cada fascículo… individualmente. Ya sabéis: cogerlo, limpiarlo, apilarlo en otro lugar hasta vaciar toda la balda, limpiar esa misma balda, repitiendo la operación con las contiguas; y, después, volver a coger el libro y apilarlo, tal vez, en otro sitio, con otros compañeros, en un orden concreto: ese que quieras asignarle, el que te guste más o el espacio del que dispongas te permita.
La reflexión existencial es ésa: tuve que hacerlo libro a libro.
Uno a uno.
Cada ejemplar, en sí mismo, era algo real, tangible, con su color, su aroma, su peso. Y, en cada uno de ellos, había pequeños retazos de sentimientos añorados, de ilusiones perdidas. Algunos me trajeron el recuerdo de las personas que me los regalaron, otros, evocaron el día en que empecé a leerlos, o cuando los compré.
Mi reflexión es pues muy sencilla. Entiendo que la tecnología hará que, quizá, desaparezcan los libros en papel. Tendremos readers fabulosos, que permitirán acopiar cientos, miles de libros, y enclaustrarlos bajo una delgadísima pantalla digital, pero digan lo que digan, no será lo mismo.
Claro que no lo será.
Para empezar ya no podré limpiarlos, tocarlos, olerlos uno a uno, sintiendo su peso, y el gozo y el cansancio del trabajo bien hecho.
Y ya no podré mirarlos, de frente, a todos juntos, apilados en las estanterías de mi casa, con una sonrisa en los labios.
Sergio G.Ros

P.D. Ya está colgada mi segunda reseña en Llegir en cas d´incendi. Se trata de “Septiembre Zombie”, de David Moody. Creo que la reseña es bastante interesante por cuanto es un libro que os podéis encontrar ahora mismo en las librerías. De cualquier manera os agradezco mucho los comentarios que dejéis en la página de Llegir, al igual que hicisteis la vez pasada.

viernes, 12 de marzo de 2010

Popurrí de noticias

Como os decía en la anterior entrada, he empezado a colaborar con una página de reseñas bastante conocida: se trata de Llegir en cas d'incendi. Fue el amigo Xavier Borrell el que me lo propuso y de momento estoy contento porque es una experiencia nueva en la medida en que escribir reseñas para otros me produce una sensación cuando menos extraña. Si queréis echarle un vistazo a mi primera colaboración os dejo el enlace: reseña de Cadáveres, de Norbert Horst.
En otro orden de cosas, la semana pasada recibí una agradable sorpresa: Daniel de Cordova tuvo la amabilidad de regalarme un ejemplar dedicado de su obra “La estrella de David”, una novela corta centrada en la fuerza de la amistad en medio de la barbarie nazi. ¡Gracias, Daniel! La edición es una pequeña maravilla.
Por si os interesa, el siguiente libro que vamos a comentar en la tertulia “El escarabajo palabrero” (para abril) será “El gran Gatsby” de Francis Scott Fitzgerald. Creo que mi objetivo para este año de leer a grandes de la literatura está yendo por buen camino. Lo que me deja perplejo es comprobar la escasa calidad literaria en algunas novelas actuales y que, para colmo, consiguen increíbles cifras de ventas o han sido ampliamente premiadas. Por otro lado, pienso que el alternar en mis lecturas a grandes escritores (estoy leyendo también otros libros aparte de los de la tertulia y los de las reseñas) me está volviendo más riguroso y espero que sea bueno para mi formación literaria.
Lo que sí es cierto es que me he topado con un escollo: acuciado como estoy por la falta de tiempo, no puedo escribir. Sin embargo, me he marcado la meta de empezar con mi nueva novela a principios de julio, cuando termine de coordinar la tertulia literaria. Sé que para aprender a escribir es necesario escribir, pero de momento sólo puedo dedicarme a las reseñas y a relatos breves con los que saciar la “sed”. Para alguien que no vive de la literatura hay otras prioridades, la primera, claro está, la familia.
¡Ah!, ¡antes de que se me olvide! Lo que quería deciros en la entrada: realmente me estoy dando cuenta de que es crucial plantearse qué tipo de escritor se quiere ser. Cada vez estoy más decidido a ser un buen escritor. Uno puede plantearse publicar a toda costa, hacer “literatura comercial”, lo cual es muy respetable. Pero definitivamente esa no va a ser mi actitud. Ya os dije que soy una persona bastante terca, y quizá eso me cueste que no consiga publicar, por lo menos a corto plazo (sé que puede sonar presuntuoso o contradictorio). Lo cierto, es que mi nuevo manuscrito empieza a cobrarse los primeros rechazos, no en la fase de lectura, si no en la de propuesta. Hay poquísimos interesados, pero sobre todo lo que abunda es el silencio y la indiferencia. En España, por desgracia, hay muy pocas agencias literarias, y además en mi caso (y en el de muchos), si no me leen, es casi imposible publicar por esa vía.
Cambiando de tercio, quisiera señalar otras noticias (que me han llamado la atención).
Una es de Marta Querol, nuestra querida Malube, que ha conseguido que reediten su excelente novela “El final del Ave Fénix” en la editorial Aladena. Os invito a visitar su página web recientemente estrenada.
Otra, es la de un joven escritor del que ya os hablé hace tiempo, Juan Jesús Hernández, autor de la novela fantástica “La ira del Dios oscuro”, cuya segunda obra ha sido también escogida por la editorial Eldalie para ser publicada. Poco a poco va labrándose un gran camino. Os dejo un enlace donde podéis ver su puesta de largo ante el público.

Y por último, la noticia de Blas Malo Poyatos, compañero y amigo de aventuras literarias con el que compartimos (al igual que con Marta y Juan Jesús) un rinconcito forero en Bibliotecas Virtuales, creado por Montse de Paz, que hicimos nuestro, y cuya novela “El esclavo de la AL-HAMRA” será publicada en breve por una gran editorial (cuya identidad de momento no ha desvelado el muy jodío). A Blas ya lo seguís muchos de vosotros en su excelente blog.
Bueno, hay más noticias, pero también habrá nuevas entradas, no quiero cansaros.
¡Saludos, amigos!

sábado, 6 de marzo de 2010

Desgracia, de J.M.Coetzee

Recién he vuelto de la tertulia literaria "El escarabajo Palabrero", y debo deciros que ha sido una experiencia muy grata, aunque tengo que trabajar eso de hablar en público, pero todo a su tiempo. La gente ha estado maravillosa, no hemos parado de hablar y me he sentido muy arropado. ¡Gracias a todos! Os dejo una foto, y a continuación la reseña que preparé sobre el libro que tocaba comentar: Desgracia, del premio nobel J.M. Coetzee.
Abrazos para todos.
P.D. La foto es por cortesía de la nueva y primera secretaria (je,je..) de El escarabajo: María N. Arteaga (la chica morena, vestida de negro, en la esquina izquierda de la foto):

RESEÑA DE DESGRACIA, de J.M. Coetzee
Por Sergio G.Ros

Desgracia de Coetzee es un libro inmenso. Fácil de leer, pero nada sencillo de interpretar, si es que existe la posibilidad de interpretar un libro.
La novela es un descenso a los infiernos: asoma al lector hacia un precipicio sin fin, sin fondo. Durante la narración acompañamos al profesor David Laurie en su caída en desgracia, su vergüenza, su deshonra. Un juego de acepciones en español a partir de la palabra inglesa Disgrace, que aparecen en el texto en distintas ocasiones:
“Te culpo a ti y la culpo a ella. Todo esto es una desgracia de principio a fin. Una desgracia y una vulgaridad.”, “Supongo que he caído en desgracia.”, “Demasiada vergüenza, se dirán el uno al otro: demasiada vergüenza para contarlo”, “El perro no se deja engatusar, es debido a su presencia: de él emana un olor erróneo (Saben qué está pensando cada uno, lo huelen), el olor de la vergüenza”, “Estoy siendo castigado por lo que sucedió entre su hija y yo. Estoy sumido en una desgracia de la que no será nada fácil que salga por mis propios medios”.

“Desgracia” es una novela dura. La declaración de intenciones de Coetzee comienza desde el primer párrafo: usa el tiempo presente, una apuesta arriesgada, sin duda, pues como lectores estamos acostumbrados al uso del pasado. El pasado es un tiempo más lírico, más hermoso para escribir. El presente en comparación parece seco, gris, frío, escurridizo: incomoda al lector. Coetzee lo utiliza con maestría, en tercera persona, alternando un narrador que entra y sale de la historia, que se distancia del profesor Laurie y que a veces se confunde con él. Jugando tal vez con el mismo concepto de Flaubert en Madame Bovary, obra que, por cierto, se menciona a menudo en la novela, y con la que podemos establecer ciertas conexiones. Así podríamos decir que Coetzee utiliza el estilo indirecto, fusionando la voz del narrador omnisciente con la de propio protagonista, de modo que el lector no sabe dónde empieza uno y acaba el otro:
Ejemplos de fusión:
Está bastante colado por ella. No es algo nuevo: prácticamente no deja pasar un trimestre sin enamorarse en mayor o menor medida de alguna de sus alumnas.
En fin, en eso no hay nada digno de mención. ¿Cuándo fue la última vez que murió una oveja por causa de la vejez?
Ejemplos donde asoma el narrador:
Lucy tiene un punto irritable, de un tiempo a esta parte, para el cual no encuentra él justificación alguna.
Lo más sensato sería callarse la boca, pero él no lo hace.

Además del uso del presente, Coetzee lanza un guante a la nueva narrativa. Su novela rompe dos reglas básicas de la escritura: nada más comenzar realiza descripciones detalladas de personajes y utiliza frases afirmativas, prácticamente sentencias que convierten al narrador en un dios que todo lo sabe.
Soraya es alta y esbelta; tiene el cabello largo y negro, los ojos oscuros, líquidos…
Ese es su temperamento. Su temperamento ya no va a cambiar: es demasiado viejo. Su temperamento ya está cuajado, es inamovible.

Otra conexión con Madame Bovary: el personaje principal de Coetzee, Laurie, no despierta nuestras simpatías: es soberbio, terco, obstinado, se presenta gris y anodino, un erudito viejo que vive una vida fría, y, que, sin embargo, recibe sacudidas de deseo incontrolable y cede a ellas. El deseo como perdición.
Y, entonces, ¿con estas armas cómo es posible que Coetzee consiga una obra extraordinaria?
En primer lugar, por sus reflexiones existenciales, tan profundas y reales como las que nos asaltan a todos los seres humanos en las situaciones más inverosímiles. Esa clase de pensamientos que aparecen en nuestra mente como estrellas fugaces y que pocas personas, muy pocas, pueden retener, y menos aún, expresar de viva voz. Coetzee se convierte en un recolector de pensamientos, esos que entroncan directamente con las cuestiones más profundas, que más nos atormentan, que sacuden nuestra alma y duelen.
Se siente viejo, irritado. Ella se conduce de mala manera, está saliéndose con la suya, es demasiado; está aprendiendo a explotarlo, y probablemente aún lo explotará mucho más. Pero si ella se ha salido con la suya, él se ha salido con mucho más; si ella se conduce de mala manera, él se ha portado mucho peor. Mientras estén juntos, si es que lo están, él es quien lleva la voz cantante, ella es quien lo sigue. Más vale que no se olvide de eso.
Otro de sus aciertos es ser capaz de extraer ese tipo de reflexiones a partir de hechos físicos, de movimientos, de gestos de los personajes. Como ocurre en nuestra propia realidad:
…Si no percibe un en ella un apetito sexual pleno es solamente porque todavía es joven. Hay un momento que sobresale en el recuerdo, el momento en que ella lo engancha con la pierna por detrás de las nalgas para atraerlo más cerca de sí: cuando el tendón interno de su muslo se tensa contra él, siente el ímpetu del deseo y el alborozo. Quién sabe, piensa: tal vez a pesar de todo haya un futuro.
Además, Coetzee es muy hábil usando los “tempos” de la novela: acorta la longitud de los párrafos e imprime velocidad en secuencias vitales, usa con gran fluidez los diálogos para describirnos (por sus acciones, por sus pensamientos) a los demás personajes, y otros ardides como por ejemplo el uso de los dos puntos (:) que unen oraciones entre sí y permiten llegar a conclusiones causa-efecto.
Ciudad del Cabo: una ciudad pródiga en belleza, en bellezas.
El vino, la música: un ritual al que suelen jugar los hombres y las mujeres, unos con otros.

África aparece como un personaje propio, omnipresente en la historia, y, los estertores del Aparheid son el catalizador de la misma. En cierta forma Desgracia se comporta como un proceso de ósmosis, donde los personajes pasan de un punto a otro, dejando cosas por el camino, cualidades, esperanzas, sueños. Nada es lo mismo cuando llegan al otro lado, es ahí donde los protagonistas se muestran como seres intermedios, imperfectos y ambivalentes que no muestran sus cartas ni desvelan del todo sus secretos. Todo está dicho a media voz, se sobreentiende o, simplemente, no se dice.
Y, Laurie, el viejo Laurie contempla lo que lo rodea como un dinosaurio del pasado que no puede o no sabe adaptarse a los cambios porque no los comprende, no los comparte.
La clave quizá de todo esté en dos párrafos del libro:
Vuelve a entrar en Ciudad del Cabo por la N2. Ha estado fuera algo menos de tres meses, aunque en este lapso los asentamientos de los chabolistas han tenido tiempo suficiente para saltar al otro lado de la autopista y extenderse hacia el este del aeropuerto. El flujo de los vehículos debe ralentizarse mientras un niño con un palo arrea a una vaca extraviada para alejarla de la calzada. Es inexorable, piensa: el campo va llegando a las puertas de la ciudad. Pronto habrá ganado paciendo otra vez por el parque de Rondebosch; pronto la historia habrá trazado un círculo completo.
Si los viejos montan a las jóvenes, ¿cuál es el futuro de la especie?....Suspira. Los jóvenes abrazados, inconscientes, atentos sólo a la música sensual. No es este un país para viejos.

Creo que esa es la lección que nos deja Desgracia de Coetzee: “los viejos tiempos” son sólo un recuerdo del pasado, la naturaleza sigue su curso de forma lenta e imparable, sin que nada ni nadie pueda detenerla.
Los seres humanos, inamovibles de pensamiento y acción, sólo pueden sobrevivir si aceptan esa realidad, si se mezclan con lo nuevo. Pero ese proceso tiene un alto precio: es sumamente doloroso, indignante porque socaba la dignidad y crea deshonra, vergüenza. No es, ni de lejos, una catarsis de luz y alegría al estilo occidental. Y los viejos, los que no pueden adaptarse a esa nueva realidad, tan sólo podrán aspirar a tener una muerte digna: a que alguien les administre una inyección letal mientras se los acaricia y se los calma, para después, encerrarlos en una bolsa de plástico y quemarlos en un horno industrial. Asegurándose de que estén bien muertos.